Eduardo Urzúa tenía 22 años cuando su polola, Daniela Becerra, de 20, quedó embarazada. De ahí en más, tuvieron que acostumbrarse a una incómoda rutina: levantarse temprano, vestirse rápido, amontonar las sábanas y sacar el colchón del living comedor del pequeño hogar de sus padres. Han pasado cuatro años viviendo como allegados. A pesar de los obstáculos para la privacidad e intimidad, se las arreglaron para tener un segundo hijo, sin embargo aún viven hacinados. “Ahora compartimos una piecita con camarote. Mi señora duerme arriba con la guagua y yo abajo con el más grande. Cuando se duermen, los acostamos juntos y podemos ser pareja de nuevo por un ratito”, cuenta Eduardo con una sonrisa, pues sabe que esta situación cambiará muy pronto gracias a un nuevo subsidio llamado “Chao Suegra”. “Se trata de un programa dirigido a cualquier núcleo familiar joven, sean parejas, madres o padres con hijos . Es un subsidio al arriendo de una propiedad , para acabar con el hacinamiento y