Residentes de edificios en campaña contra las colillas de cigarro que caen por balcones
La administradora de edificios Gloria Bustos está usando toda su creatividad para combatir un problema que no ha podido parar. Publicó en la página de Facebook de la comunidad Edificio Plaza de Los Reyes una imagen con la leyenda: "Si fuma, no tire las colillas por el balcón, se han incendiado cortinas y es peligroso".
Los comentarios no se hicieron esperar. "¿Cómo no saben vivir en comunidad? Un poco más de conciencia por favor", escribió un residente. "Es increíble que se deba reiterar y publicar este tipo de avisos", alegó otro propietario. Bustos administra una decena de edificios y usa ascensores, circulares en bs gastos comunes, informativos personalizados por departamento y redes sociales para un problema que, ella cree, tiene que ver con la poca educación sobre la vida en comunidad. Madelyn Fuentes (31), coordinadora de marketing en un laboratorio y propietaria hace seis años de un departamento en el piso 20, es una de esas personas hartas de las colillas. "Yo no fumo y todos los días debo barrer mínimo cinco que caen en mi balcón. Y solo hay cinco pisos por sobre mi departamento. No pongo tendedero con ropa en el balcón porque puede caer una colila sobre la ropa, la seco en un dormitorio. Y contraté un seguro de incendios por los bienes de mi casa por si acaso", cuenta Fuentes. Llamas en verano Muchas comunidades de edificios hacen campañas entre los residentes para crear conciencia sobre lo invasivo que es botar colillas a los balcones de los vecinos. Sin embargo, lo que más resultados les ha dado es hablar directamente con los involucrados. Darío Ureta, administrador de la red Edificio, dice que el regadero de colillas se intensifica viernes y sábados. "Esos días son de carrete y es donde tenemos más reclamos. Nosotros primero mandamos una carta de aviso y si la conducta se repite pasamos una multa del UTM ($48.700 aproximadamente).
La gente no debería hacerlo para eso están los ceniceros, es bien simple", dice Ureta. "En mi último cumpleaños me multaron", cuenta Carolina Andrade, vecina de Providencia. "Había mucha gente en la casa, los ceniceros se llenaron luego y nadie quiere dejar su piscola al lado para ir a botar las colillas a la basura. Tiraron un montón por la terraza y usaron mis plantas como ceniceros. Me hice cargo, eran mis amigos".
Lo de las cortinas quemadas que advertía Bustos en su posteo en Facebook no es una exageración. Fernando Jménez, gerente general de la empresa Administración de Edificios Chile, cuenta que hace 4 años vivio una situación extrema. "En un edificio que administraba había un hombre que estaba acostumbrado a tirar las colillas de cigarro para abajo, era casi un placer para él hacerlo. En una oportunidad, el viento hizo que una colilla que arrojó se metiera en el dormitorio de un departamento que estaba más abajo, la colilla prendida cayó en la cama y se incendió en dos minutos", relata Jiménez.
El accidente ocurrió en verano y la colilla se metió por la ventana que estaba abierta. No había nadie en ese momento en el departamento afectado. "Fue en el cuarto piso, los conserjes se dieron cuenta por la cantidad humo que salía y alcanzaron a llegar con extintores. Las llamas casi alcanzan su propio departamento", dice Jiménez.
Bustos reconoce que es difícil identificar quién tira las colillas, pero para eso ocupa las cámaras de seguridad. Al igual que Ureta, primero manda carta de advertencia y luego pasa la multa de 1 UT M. "Prefiero conversar antes con las personas que tiran las colillas porque muchos no saben que en los edificios hay normas y desconocen cómo es vivir en comunidad, hay que enseñarles", dice Bustos.
Los comentarios no se hicieron esperar. "¿Cómo no saben vivir en comunidad? Un poco más de conciencia por favor", escribió un residente. "Es increíble que se deba reiterar y publicar este tipo de avisos", alegó otro propietario. Bustos administra una decena de edificios y usa ascensores, circulares en bs gastos comunes, informativos personalizados por departamento y redes sociales para un problema que, ella cree, tiene que ver con la poca educación sobre la vida en comunidad. Madelyn Fuentes (31), coordinadora de marketing en un laboratorio y propietaria hace seis años de un departamento en el piso 20, es una de esas personas hartas de las colillas. "Yo no fumo y todos los días debo barrer mínimo cinco que caen en mi balcón. Y solo hay cinco pisos por sobre mi departamento. No pongo tendedero con ropa en el balcón porque puede caer una colila sobre la ropa, la seco en un dormitorio. Y contraté un seguro de incendios por los bienes de mi casa por si acaso", cuenta Fuentes. Llamas en verano Muchas comunidades de edificios hacen campañas entre los residentes para crear conciencia sobre lo invasivo que es botar colillas a los balcones de los vecinos. Sin embargo, lo que más resultados les ha dado es hablar directamente con los involucrados. Darío Ureta, administrador de la red Edificio, dice que el regadero de colillas se intensifica viernes y sábados. "Esos días son de carrete y es donde tenemos más reclamos. Nosotros primero mandamos una carta de aviso y si la conducta se repite pasamos una multa del UTM ($48.700 aproximadamente).
La gente no debería hacerlo para eso están los ceniceros, es bien simple", dice Ureta. "En mi último cumpleaños me multaron", cuenta Carolina Andrade, vecina de Providencia. "Había mucha gente en la casa, los ceniceros se llenaron luego y nadie quiere dejar su piscola al lado para ir a botar las colillas a la basura. Tiraron un montón por la terraza y usaron mis plantas como ceniceros. Me hice cargo, eran mis amigos".
Lo de las cortinas quemadas que advertía Bustos en su posteo en Facebook no es una exageración. Fernando Jménez, gerente general de la empresa Administración de Edificios Chile, cuenta que hace 4 años vivio una situación extrema. "En un edificio que administraba había un hombre que estaba acostumbrado a tirar las colillas de cigarro para abajo, era casi un placer para él hacerlo. En una oportunidad, el viento hizo que una colilla que arrojó se metiera en el dormitorio de un departamento que estaba más abajo, la colilla prendida cayó en la cama y se incendió en dos minutos", relata Jiménez.
El accidente ocurrió en verano y la colilla se metió por la ventana que estaba abierta. No había nadie en ese momento en el departamento afectado. "Fue en el cuarto piso, los conserjes se dieron cuenta por la cantidad humo que salía y alcanzaron a llegar con extintores. Las llamas casi alcanzan su propio departamento", dice Jiménez.
Bustos reconoce que es difícil identificar quién tira las colillas, pero para eso ocupa las cámaras de seguridad. Al igual que Ureta, primero manda carta de advertencia y luego pasa la multa de 1 UT M. "Prefiero conversar antes con las personas que tiran las colillas porque muchos no saben que en los edificios hay normas y desconocen cómo es vivir en comunidad, hay que enseñarles", dice Bustos.
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