Prófugo del 27F se escondió cuatro años en la cordillera
En San Fabián de Alico corría un rumor: Magno Sandoval estaba ahí. En algún lugar. Seguro en la cordillera, se decía, porque si había un hogar para Magno era precisamente la cordillera, la misma que lo vio recorrer a caballo desde niño, a la siga de su padre arriero, criador de chivos.
Cuando las murallas de la cárcel de Chillán se vinieron abajo, Magno Sandoval se fugó del recinto donde permanecía en prisión preventiva por tráfico de marihuana desde el 2009. Lo hizo junto a otros 220 reos y el rumor decía que había regresado a la cordillera. Algunos dijeron que se había teñido el pelo rojo y que se operó el rostro y que ahora estaba flaco y con barba. El mito generó miedo: algunas madres, incluso, cambiaron al viejo del saco por el nombre de Magno para espantar a sus hijos, pero de todos los cuentos sólo dos eran ciertos: Magno Sandoval pasó todos estos años en la cordillera antes de que personal de la Brigada Antinarcóticos de la PDI de Chillán irrumpiera en su refugio a las seis de la mañana de este miércoles. Ahí estaba Magno, 51 años, arriero y cuatrero, de un metro ochenta, pero mucho más flaco.
En el refugio había un fogón, una cama y algunos enseres. “Atravesamos un río, caminamos dos horas en la cordillera y logramos llegar al lugar”, dice Alex Espinoza, jefe de la brigada. “Él estaba detenido por dedicarse a traer marihuana desde Argentina hacia a Chile por la cordillera. Ahora en septiembre es el juicio oral en su contra que no alcanzó a concretarse el 2010”.
“Era un buen tipo”, dice Manuel Contreras, catequista de Magno y amigo de sus padres. “Pero la vida en la cordillera es difícil y le gustó conseguir el dinero fácil”.
La organización para la que colaboraba Magno estaba liderada por un tal Michael Silva, quien viajaba a Argentina y escondía la marihuana en algún punto de la cordillera antes de regresar a Chile. Mientras, a caballo, Magno retiraba el paquete y se lo entregaba luego a Silva en San Fabián de Alico. El 2009 Michael también estaba detenido. Y hoy todavía sigue prófugo junto a Esteban García y Fabio Miranda, los últimos fugitivos de la cárcel de Chillán.
Cuando las murallas de la cárcel de Chillán se vinieron abajo, Magno Sandoval se fugó del recinto donde permanecía en prisión preventiva por tráfico de marihuana desde el 2009. Lo hizo junto a otros 220 reos y el rumor decía que había regresado a la cordillera. Algunos dijeron que se había teñido el pelo rojo y que se operó el rostro y que ahora estaba flaco y con barba. El mito generó miedo: algunas madres, incluso, cambiaron al viejo del saco por el nombre de Magno para espantar a sus hijos, pero de todos los cuentos sólo dos eran ciertos: Magno Sandoval pasó todos estos años en la cordillera antes de que personal de la Brigada Antinarcóticos de la PDI de Chillán irrumpiera en su refugio a las seis de la mañana de este miércoles. Ahí estaba Magno, 51 años, arriero y cuatrero, de un metro ochenta, pero mucho más flaco.
En el refugio había un fogón, una cama y algunos enseres. “Atravesamos un río, caminamos dos horas en la cordillera y logramos llegar al lugar”, dice Alex Espinoza, jefe de la brigada. “Él estaba detenido por dedicarse a traer marihuana desde Argentina hacia a Chile por la cordillera. Ahora en septiembre es el juicio oral en su contra que no alcanzó a concretarse el 2010”.
“Era un buen tipo”, dice Manuel Contreras, catequista de Magno y amigo de sus padres. “Pero la vida en la cordillera es difícil y le gustó conseguir el dinero fácil”.
La organización para la que colaboraba Magno estaba liderada por un tal Michael Silva, quien viajaba a Argentina y escondía la marihuana en algún punto de la cordillera antes de regresar a Chile. Mientras, a caballo, Magno retiraba el paquete y se lo entregaba luego a Silva en San Fabián de Alico. El 2009 Michael también estaba detenido. Y hoy todavía sigue prófugo junto a Esteban García y Fabio Miranda, los últimos fugitivos de la cárcel de Chillán.

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