Hijo de Arturo Vidal le está ganando a una diabetes crónica

Confirmado: Alonso Arturo Vidal Matus es una fotocopia de su papá. En cómo parpadean sus ojos y hasta en la manera de caminar. Ahora, si además el pequeño de cuatro años luce el mismo corte de pelo, patea una pelota con el uniforme de Chile, y celebra un gol imaginario poniendo sus deditos como si fueran un corazón, habrá que preguntarse qué sentirá el crack de la Juve cuando se topa con su versión en miniatura.

“Se le cae la baba la verdad”, certifica María Teresa Matus, esposa del jugador y mamá del pequeñín, quien se pasó toda la mañana transmitiendo con las fotos que se tomaría para sorprender a su progenitor y saludarlo por el Día del Padre. Incluso se entretuvo dibujando corazones en un cartel que le preparó su abuelo Carlos. “Cuando está lejos de su papá, Alonso aprovecha de mandarle sonidos por whatsapp y fotos que se toma en el celular. Arturo lo llama al menos ocho veces al día”, agrega con ojitos de amor María Teresa.

-¿Qué es lo que más te gusta de Arturo como papá?

-Que siempre está. Puede llegar cansado, pero le cambia la cara cuando ve a su hijo y puede quedarse jugando con él hasta que se quede dormido. Se da el tiempo, nunca le dice que no y lo consiente mucho. Yo me quedo pegada mirándolos y los veo tan felices, que me da gusto.

Alonso nació hace cuatro años en Alemania. Celia Punk jugaba en el Bayer Leverkusen y vivía con su esposa Marité. Fue un 7 de mayo, una jornada que los Vidal-Matus no olvidarán jamás. “Vivíamos solos en Alemania y salimos adelante finalmente. El tema de la enfermedad de nuestro hijo nos dio más fuerzas”.

Al año y siete meses, Alonso sufrió un coma diabético que terminó con el pequeño en el hospital. Luego de un par de exámenes vino el diagnóstico: diabetes mellitus tipo 1 (DM1), una enfermedad crónica que causa serias alteraciones metabólicas. En términos simples, el páncreas de Alonso no funcionaba y no generaba insulina. Un mazazo para la familia, que aprovechó las bondades de la medicina alemana para tratar el caso.

“Supimos que Alonso tenía esto y fue un golpe duro, pero Arturo siempre fue optimista y me repetía que íbamos a superarlo. Fue un apoyo increíble para mí”, cuenta Marité sobre el proceso que involucró cambios en su vida.

“Alonso no puede comer chocolates, por ejemplo. Él usa una bomba especial que va conectada al glúteo con una aguja y ahí le va pasando la insulina para compensarlo. Y todo lo que él come en el día yo le pongo insulina. Cuando están sus niveles altos, también. Esa bomba reemplaza al páncreas y la tendrá que usar toda su vida. Pero Alonso se ha pasado de valiente y hasta él mismo aprendió a pincharse para medirse”.

-¿Qué pasa cuando salen?

-Yo soy la bruja, la que tiene que pincharlo en sus deditos para medir su glicemia, retarlo y ponerle reglas. Y Arturo es súper mal enseñador, pero en el sentido cariñoso, porque a veces sale con él y le da algo que no puede comer. Después lo mido, el niño llega con la insulina a 400 y le tengo que preguntar qué le dio. Hasta los doctores lo han retado.

-¿Cómo vive Alonso la fama de su papá?

- A veces le molesta que la gente se le acerque a pedirle autógrafos porque invaden su espacio. Él quiere estar con su papá y jugar, y a veces ve a la gente encima y no le gusta.

-Un mensaje para Arturo.

-Yo a él le tengo que agradecer todos los días lo que hace por nosotros. Él es un papá excelente. Arturo está súper presente.

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