Carabinero se suicidó al creer que había matado a su mejor amigo

Ocurrió pocos minutos antes de las siete de la mañana, la hora del cambio de turno en la 17ª Comisaría de Carabineros de Las Condes. Unos 15 uniformados se encontraban en la llamada sala de preparación para el turno escuchando las instrucciones del oficial de guardia. Minutos antes, un suboficial les había entregado por separado el revólver que usarían aquel día más dos cargas de munición de seis balas cada una.

Entre los carabineros se encontraban, uno al lado del otro, Héctor Sepúlveda Jiménez, de 23 años, oriundo de Angol, y Julio Catalán Sepúlveda, de 22 años, proveniente de Máfil, Región de Los Ríos. Eran, según contaron sus compañeros, “más que amigos, hermanos”.

Ambos habían ingresado el mismo año a la Escuela de Formación de Carabineros de Valdivia, ambos egresaron en diciembre de 2012 y ambos fueron destinados a la 17ª Comisaría, donde llevaban un año y medio de funciones. Y como solteros que eran, ambos tenían como residencia la misma comisaría. “Pasaban todo el tiempo juntos, iban para todos lados juntos”, dijo otro compañero. Hasta que el oficial de guardia ordenó: “A cargar”.

Los carabineros estaban formados en un pasillo especialmente diseñado para cargar armas. Delante de ellos había una especie de cajón de un metro de alto relleno con arena y se supone que cuando un uniformado carga su revólver, lo hace apuntando a ese cajón, para que, en caso de que se dispare un tiro, la bala quede alojada adentro. Héctor Sepúlveda apuntó ligeramente más arriba, frente a una pared.

Víctor Herrera, jefe de la Zona Metropolitana Este de Carabineros, confirmó que todo se trató de un lamentable accidente. Ocurrió que el revólver de Sepúlveda se disparó, la bala dio en el muro y rebotó atravesándole el cuello de Catalán, quien cayó de espaldas inconsciente y sangrando profusamente. Pocos segundos después, acaso creyendo que había matado a su mejor amigo, Sepúlveda tomó su arma y percutó por segunda vez, pero ahora apuntando a su mentón.

Los dos amigos fueron trasladados por sus mismos compañeros hasta el Hospital de la Fach, ubicado a pocas cuadras de la comisaría. Catalán resultó con heridas menos graves, pero sin riesgo vital. Sepúlveda, en cambio, perdió la vida antes de llegar al recinto.

“Es lamentable lo que pasó, estamos todos choqueados”, dijo uno de los compañeros de Sepúlveda y Catalán, que casualmente también egresó de la Escuela de Formación de Valdivia. “Todos somos del sur, tenemos a nuestras familias lejos y nos apoyamos entre nosotros”.

El episodio está siendo investigado por el fiscal militar Rodrigo Acevedo quien, como primera medida, ordenó la incautación de todas las armas utilizadas en el cambio de turno. Tiene un plazo de 40 días para investigar.

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