Palta chilena vs palta peruana

A la guerra del pisco con los peruanos, ahora se sumó la de las paltas. La próxima semana debiera reactivarse la batalla, cuando comiencen los alegatos judiciales entre el Comité de Palta Hass chileno y el Servicio Agrícola y Ganadero. Los palteros objetan al SAG la autorización que dio para el ingreso del producto peruano con menores exigencias sanitarias.

“Lo que buscamos es proteger los huertos de palta chileno del Sunblotch, un viroide que no ha sido erradicado del Perú y que no existe en Chile. Su ingreso podría devastar nuestras plantaciones”, dice Juan Enrique Lazo, gerente del Comité de Palta Hass de Chile.

El virus hace que solo el 50% de la fruta de un árbol madure y las que lo hacen tienen un 10% menos de peso, con una reducción de 30% en el contenido de aceite.

La exigencia concreta es que el producto incaico tenga un certificado que garantice que proviene de huertos libres del virus.

“De venir libre de ese problema, no tenemos ningún impedimento para que se comercialice internamente”, agrega Lazo.

En el Perú ven la cosa muy distinta.

“Nos parece una injusticia tremenda, porque esa certificación solo se le pide a Perú y no a otros países como Estados Unidos y México, que también tienen el virus”, cuenta Enrique Camet, presidente de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú.

El problema del Sunblotch, según explican en el SAG, podría darse si la fruta importada fuera a dar a lugares donde se produce en Chile.

“La palta peruana que llega va a consumo fresco, lo que descarta que contamine nuestras plantaciones. El material de propagación, las plantas, las estacas y el polen sí están reguladas”, dice Marco Muñoz, jefe de la sección vigilancia fitosanitaria del SAG.

“Nosotros tenemos una metodología objetiva para evaluar el riesgo y ella nos indica que es muy bajo”, agrega Muñoz.

Para los peruanos la exigencia de certificación busca librar al producto chileno de la dura competencia que podría generar la fruta peruana en el mercado interno.

“Para alargar su vida los chilenos dejan el fruto en el árbol, no lo cortan, lo que les permite tener palta en otoño e invierno. Una palta vieja, sin aceite, con sabor rancio, que no podría competir con la peruana, que ingresa a Chile en esa fecha”, asegura Camet.

“Nuestra postura no es proteccionista, por cuanto la fruta peruana es un complemento de la chilena, no compite con ella. Permite alargar la oferta cuando no la hay en Chile”, rebate Lazo.

Para Camet, el gran perjudicado con las exigencias chilenas serían los consumidores. “Nosotros estamos en condiciones de vender un kilo de palta a tres o tres coma cinco dólares en invierno, mientras que la chilena, de muy mala calidad, cuesta hasta seis”, dice Camet.

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