Las anécdotas de los chilenos que viajaron a ver al Papa
Ayer finalizó la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil y
los peregrinos nacionales sumaron más de 100 horas en bus, además de largos
días sin dormir. Todo con tal de llegar a él.
Hace exactamente una semana que Río de Janeiro se
revolucionó por completo con la llegada del Papa Francisco. La ciudad se llenó
de gritos, poleras de diversas nacionalidades y estrictas medidas de seguridad.
Ayer, durante la multitudinaria ceremonia de cierre de la Jornada Mundial de la
Juventud (JMJ), los jóvenes se agolparon en las calles esperando ver una última
imagen del Sumo Pontífice. Entre ellos una bandera con los colores blanco, azul
y rojo, perteneciente a Chile, era agitada en las manos de Maite Rozas Alarcón.
La joven de 21 años es parte de los más de nueve mil chilenos
que llegaron para conocer a Jorge Mario Bergoglio. Sin embargo, antes de poner
un pie en tierras cariocas, tuvo que "sudar la gota gorda", con más
de un año de anticipación.
En la parroquia de San Lázaro, ubicada en el centro de
Santiago, realizaron de todo. Partieron efectuando cenas románticas en la
iglesia y un almuerzo latinoamericano con los platillos que los feligreses
extranjeros donaban. Luego pasaron por las fiestas de época, donde tenían un
grupo musical "tsunami de amor", para amenizar. Terminaron vendiendo
completos para obtener el dinero. "Todo esfuerzo ha valido para poder
viajar y estar con el Papa", aseguró emocionada.
Finalmente, 25 jóvenes pudieron tomar el avión con rumbo a
Sao Paulo. "Los turistas de todo el mundo gozan con el chichichi lelele,
viva Chile. Es como una marca personal y lo corean a cada rato", dijo
Rozas desde las colmadas calles de Río.
Junto con su esfuerzo inicial, han tenido que hacer otros
más por estar cerca del Papa. Durante su llegada recorrió cuadras y cuadras
para mirarlo y en la primera misa realizada en la playa de Copacabana pasó -al
menos- cuatro horas bajo la lluvia. Sin embargo, aseguró que todo el esfuerzo
no fue nada con el fin de poder estar junto al líder de la Iglesia Católica.
"Verlo pasar fue de esas sensaciones que te dejan en silencio y que
deslumbran. Fue hermoso", resumió la joven Maite llena de fe y de emoción.
Desde todos los rincones del territorio nacional, los
chilenos viajaron con rumbo a Brasil. Participar en el encuentro era su
objetivo y, por ello, a los peregrinos provenientes desde La Araucanía no les
importó -ni tampoco se asustaron- cuando les informaron que pasarían más de 100
horas en el interior de dos buses dispuestos especialmente para el traslado.
Entre las cosas que realizaron durante esas largas horas, se incluyó en un
inicio escuchar música, ver películas, improvisar alianzas y hasta hacer una y
otra vez bingos. Eso sin contar los desayunos, almuerzos y horas de sueño que
compartieron. Respecto de cómo lo hicieron a la hora de asearse, agregaron que
es un secreto que se guarda "bajo cuatro llaves".
Daniela Cifuentes fue una de las personas que viajó y
aseguró que cambiaría mil horas más en un bus con tal de asistir a otro
encuentro similar. "Uno puede comprender que cada esfuerzo tiene su
recompensa. Nosotros viajamos desde el sur y el estar aquí ha sido muy
emocionante, al igual que el hecho de saber que muchos países se juntan",
contó Cifuentes.
Agregó que representar a su país es mucho más importante que
todas las incomodidades que pudo haber pasado en el largo camino. Por su parte,
Soledad Palma -de 16 años-, hizo el recorrido en el mismo bus. Aseguró que ver
al Papa es un "sentimiento infinito" que lo supera todo. La misma
apreciación comparte la hermana Andrea, religiosa que las acompañó durante el
recorrido. "Fue duro. Durante un año que se estuvieron preparando. Pero la
alegría durante el viaje nunca se acabó y aún sigue", dijo.
El gran encuentro
El sacerdote responsable de la delegación nacional,
Francisco Llanca, aseguró que los chilenos demostraron cuanta fe tienen y la
inspiración que genera el Papa en la juventud nacional. "Hay un gran
sentido de escuchar a su Santidad y dejarse interpelar por su invitación de
hacer presente, de forma concreta y entusiasta, la belleza del Evangelio de
Nuestro Señor Jesús", dijo. Esto quedó demostrado ayer en la misa de
clausura de la JMJ, celebrada en la playa Copacabana y donde tres millones de
fieles llegaron. El Papa instó a los jóvenes católicos a "llevar a Cristo
a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales" y anunció que
Cracovia, Polonia, será la sede de la próxima jornada el 2016.
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