El matrimonio de Lucila Vit y Benjamín Alvarado
Fue una tempestad de preciosuras. Vestidos vaporosos, harto
color y brillo. Parecía un desfile de moda con las mejores maniquís, pero no. Eran
las primas de Lucila Vit que viajaron desde Rosario, Argentina. Para acompañar
ayer a su matrimonio religioso con el golfista Benjamín Alvarado. Junto a
ellas, también vino el resto de la familia de la modelo, incluidos sus dos
hermanos, sobrinos y tíos.
En las afueras de la iglesia Las Ursulinas de Vitacura,
donde se realizó la ceremonia, el apatotado clan se hacía notar y mientras
esperaban a la novia, tiraban la talla y se sacaban fotos. “Llegamos hoy. Somos
38 en total. Todos se vinieron en avión, pero con mi señora no vinimos en auto
porque nos encanta Chile”, conto Eduardo, uno de los tíos de una de las
anfitrionas de “Pareja perfecta”.
A las 18.50 horas llego el afortunado novio. Con un perfecto
traje negro, camisa blanca y corbata morada dijo estar “muy nervioso” mientras
se instalaba a recibir a los invitados, todos familiares y amigos íntimos. Ningún
rostro farandulero.
35 minutos más tarde apareció ella, esplendida. Su vestido
era escotado, dejaba al descubierto su espalda, el pelo tomado y un ramo de rosas
blancas. Lucia apareció del brazo de su padre, Jorge. “Hace exactamente un año
empezamos a hablar de este tema y ahora estamos acá, aun no caigo, viste”,
lanzo emocionado el caballero. “Una de las mejores cosas que le ha pasado a
Lucila es el cariño del pueblo chileno”, agrego mientras miraba embobado a su
hija.
La novia estaba de lo más tranquila. “No quise estresarme. Estoy
muy contenta porque se reúnen mis familiares argentinos con mí ahora familia
chilena. Estoy feliz de poder casarme acá”, confeso minutos antes de caminar al
altar y adelanto que en la fiesta, que se realizó en el Club de Polo de
Vitacura, “la idea es resaltar esto de las nacionalidades cruzadas”.
Durante toda la ceremonia, la pareja fue puro amor. Se miraban.
Se tomaban las manos y se hacían mimos, hasta que a las 20.15 horas salieron de
la iglesia tomados de la manito y con una tremenda sonrisa ganadora. En medio
de los aplausos, y a pedido de los invitados, los tortolitos sellaron el romántico
momento con el ansiado beso.
-¿Ahora se viene la luna de miel, Lucila?
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